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Contemplar a Dios: de 'Pensamientos en soledad' por el reverendo Thomas Merton (vegetariano), parte 1 de 2

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Uno de los enunciados más famosos de Merton fue: “Para mí ser un santo significa ser yo mismo. Por tanto, el problema de la santidad y la salvación es de hecho el problema de descubrir quién soy yo y de descubrir mi verdadero yo”. También dijo: “Estamos viviendo en un mundo que es absolutamente transparente y Dios está brillando a través de él todo el tiempo. Esto no es solo una linda historia o una fábula, es verdadero”. Hoy, leeremos una selección del libro de Thomas Merton, “Pensamientos en soledad”. El reverendo nos ofrece cavilaciones profundas sobre el estado espiritual interno cuando se está en comunión real con Dios.

La fe por sí misma puede darnos la Luz para ver que la voluntad de Dios se encuentra en nuestra vida diaria. Sin esta Luz, no podemos ver para tomar las decisiones correctas. Sin esta certeza, no podemos tener paz y confianza sobrenaturales. Constantemente tropezamos y caemos incluso cuando estamos de lo más iluminados. Pero cuando estamos en verdadera oscuridad espiritual, ni siquiera sabemos que hemos caído. Para mantenernos espiritualmente vivos, debemos renovar nuestra fe constantemente.

Somos como los pilotos de barcos a vapor envueltos por la niebla, mirando a la penumbra delante de nosotros, escuchando los sonidos de otros barcos, y solo podemos alcanzar nuestro puerto si nos mantenemos alerta. Entonces, antes que nada, la vida espiritual es cuestión de mantenerse despierto. No debemos perder nuestra sensibilidad para las inspiraciones espirituales. Demos ser capaces de responder siempre a la más leve advertencia que habla, como por un instinto oculto, en el fondo del alma que está espiritualmente viva. La meditación es una forman en la que le hombre espiritual se mantiene despierto.

En oración meditativa se piensa y se habla no sólo con la mente y los labios, sino en un cierto sentido con todo el ser. Entonces la oración no sólo es una fórmula de palabras, o una serie de deseos que brotan en el corazón - es la orientación de todo nuestro cuerpo, mente y espíritu hacia Dios en silencio, en atención y en adoración. Toda buena oración meditativa es una conversión de nuestro ser entero hacia Dios. En este sentido, no se puede entrar en meditación si una especie de turbulencia interior. Por turbulencia no me refiero a una perturbación, sino a una ruptura con la rutina, a una liberación del corazón de las preocupaciones y cuidados de los asuntos diarios.
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